Justice League no fue la película que Zack Snyder ni los fans esperaban. Ahora, años después, llega una oportunidad de redención para la historia de Ben Affleck, Gal Gadot y compañía.
Justice League no fue la película que Zack Snyder ni los fans esperaban. Ahora, años después, llega una oportunidad de redención para la historia de Ben Affleck, Gal Gadot y compañía.
Han pasado ya 4 años desde que llegara a los cines Liga de la Justicia. Por aquel entonces, el cine de DC se encontraba en una deriva extraña, intentando encontrar su tono frente a la locomotora que era el Universo Cinematográfico Marvel. Tras la decepción que supuso Batman v Superman, en Warner volvieron a confiar en Zack Snyder para resolver el papelón de Liga de la Justicia, la película que aglutinaría a los grandes héroes del panteón DC. El resto es historia: las constantes intromisiones del estudio y la nueva dirección de Joss Whedon tras la marcha de Zack Snyder por sus terribles circunstancias personales (su hija falleció) dieron pie a una película inconexa, descompensada y, en definitiva, bastante fallida.
Años después, la insistencia del director y la perseverancia de los fans (con su famosa campaña “release the Snyder Cut”) han obrado el milagro: una revisión a fondo de la película original, con presupuesto extra, para que Zack Snyder cuente de verdad lo que quería originalmente. Incluso Ben Affleck, Henry Cavill, Gal Gadot y todos los demás volvieron para grabar planos nuevos. ¿Cuál ha sido el resultado de esta La Liga de la Justicia de Zack Snyder? Veámoslo en esta crítica sin spoilers.
En primer lugar, habría que preguntarse hasta qué punto es La Liga de la Justicia de Zack Snyder una película diferente a la original. A grandes resgos, la historia que se cuenta es la misma (tras la muerte de Superman, Steppenwolf ve la oportunidad de orquestar su invasión a la tierra para recuperar unos poderosos artefactos llamados las Cajas Madre, por lo que Batman intentará reclutar a varios superhéroes en un grupo que detenga la crisis), pero se han cambiado muchos matices de la misma y, en general, todo se ha explicado mucho más. Para que os hagáis una idea, la película de 2017 duraba dos horas, mientras que la nueva… ¡Llega hasta las cuatro horas!
Esto ha llevado a que la película se divida en seis actos (anunciados por su correspondiente cartela), que más o menos aglutinan las fases de la historia. En cualquier caso, al margen de estas divisiones explícitas, está claro que hay dos mitades en el filme. La primera se centra en los orígenes de los diferentes miembros de La Liga de la Justicia y en lo que supone la amenaza de Steppenwolf. La segunda ya pone las piezas más en marcha y se encamina hacia el clímax.
En ese sentido, tenemos claro que la primera parte es la más débil de las dos, por culpa de un desarrollo lento, lentísimo, atiborrado de “momentos Snyder” que llegan a saturar: montones de planos ralentizados para todo, pequeños interludios líricos que se paran a reflexionar sobre aspectos que no aportan mucho al conjunto… Sí, se profundiza más en los personajes y sus motivaciones y eso se agradece, pero tan mala es la falta como lo es el exceso. El “momento salchicha” de Flash (ya lo veréis) o la señora cantando en el tramo de Aquaman son todo forma y poco fondo, que alargan y dan una “gravedad” innecesaria a esos momentos.
Esto hace que, como espectadores, lleguemos a pensar “pero no te pares otra vez a recrearte, avanza” y, claramente, este primer tramo es el culpable de que la duración de la película sea excesiva. Si hubiéramos tenido 20 minutos o media hora menos, no habría pasado nada.
Aún así, también hay grandes momentazos, como la lucha de las amazonas en Themiscyra, aún más vistosa que en la película original o ese flashback sobre la “Era de los Héroes”, también más desarrollado. Sí, se le ve el “tufillo digital” a lo 300 y, como dice mi compi David Lorao en la crítica comiquera de La Liga de la Justicia de Zack Snyder, se parece mucho al inicio de El Señor de los Anillos, pero eso no lo hace menos impactante, sobre todo, al mezclar tantos elementos de la mitología DC en una lucha crucial.
Los numerosos insertos en las tramas de cada personaje (con actores que no aparecían en el montaje original y que aquí vienen bien) ayudan a que entendamos las motivaciones y cambios de opinión de personajes como Cyborg o Aquaman (que en 2017 parecían mucho más forzados), si bien de nuevo, todo se alarga demasiado. Es decir, está muy bien que el autor quiera contar su historia, pero no hay que olvidar tampoco lo que estará pensando (y la paciencia que le quedará) el espectador en ese momento. Y, como espectadores, muchas veces nos sentimos “arrastrados” por la historia, en vez de dejarnos llevar por ella.
En cualquier caso, como decimos, la segunda parte mete más la directa, tanto en la narrativa como en la acción. Y es que la película mejora en algo importante: mostrarnos más a la Liga de la Justicia como un equipo, en secuencias de acción más llamativas y coreografiadas. Para nuestro disgusto, sigue sin aprovechar a Superman como cabría esperar. Vemos mucho a Clark, los conflictos internos del héroe, pero lo vemos poco en acción. Y es un problema que llevamos arrastrando desde El Hombre de Acero.
El resto de personajes se han retocado, en su mayoría, para bien. Aquaman ya no es un capullo respondón sin nada que aportar (¿quizá por la influencia posterior de su exitosa película en solitario?), Cyborg tiene más trasfondo y Flash, aunque sigue siendo algo pesado con las bromitas, tiene intervenciones muuuucho más épicas y vistosas en esta versión
Nos quedarían, claro, Wonder Woman y Batman. La primera, que era uno de los puntos fuertes de la versión de 2017, se mantiene muy bien aquí, con pocos cambios. Se han retocado diálogos para que no haya tanta “dependencia” de su nostalgia hacia Steve, algo que se agradece. Por su parte, Batman ha cambiado más. No solo porque Ben Affleck está, claramente, más en forma en los nuevos planos que se han grabado, sino porque su personaje es, quizá, más optimista en esta ocasión.
En ese sentido, funciona mejor como líder del grupo, si bien nos sorprende que se haya eliminado cierta “dicotomía” que tenían Wonder Woman y él en cuanto a la moralidad de lo que implica Superman en esta película. Era una reflexión interesante, pero aquí ha desaparecido, al igual que la faceta de la amazona como líder del grupo en ciernes, algo que se presupone de forma más natural.
Otro gran cambio está en Steppenwolf, cuya estética se ha retocado mucho para hacerlo más amenazante (mola mucho su “armadura animada”). Además, tiene muchos más planos en los que dialoga con Darkseid (que, recordemos, ni siquiera aparecía en la película original) de tal forma que se entienden mejor las motivaciones del primero y el plan del segundo como gran amenaza en la sombra. Ha quedado un villano bastante más completo. No marcará época, pero está claramente más elaborado que el malote de opereta de hace 4 años.
Sigue habiendo otros personajes que flaquean, como un Alfred más respondón que sabio o la Lois Lane de Amy Adams. A pesar de que se le supone un papel crucial en la película (luego volveremos a eso), aquí carece del carisma y el arrojo que caracterizan al personaje. Claro, está de duelo, pero eso no debería hacerla menos potente.
Hay otras incorporaciones de última hora que parecen más forzadas (la del Joker de Jared Leto ya se conocía de sobra, pero hay alguna otra que nos ha dejado descolocados) y se ve a la legua que Zack Snyder ha querido meterlas a cualquier precio para que quedara reflejada su visión global. Sin duda, lo más extraño se concentra en el epílogo de la película, que demuestra las ganas de continuar la historia con más filmes que aborden graaaaandes temas pendientes.
Está claro que hay un visión mayor, un proyecto a más largo plazo. La gran duda es… ¿Se llegará a consumar? Si depende de Warner, parece que esta Liga de la Justicia de Zack Snyder será algo aislado, un enorme guiño para los fans, así que muchas tramas abiertas aquí no llegarán a ningún lado.
